UTEM felicita a su Doctor Honoris Causa por Premio Nacional de Artes Musicales
Autor: Christian Luco|
Músico, compositor y gran artista chileno, don Vicente Bianchi es un dilecto amigo de la Universidad Tecnológica Metropolitana desde sus orígenes, cuando nos honrara con la composición de nuestro himno Institucional.
Por ello, en mayo de 2015 nuestra Institución lo distingue como Doctor Honoris Causa en mérito a su brillante trayectoria profesional y extraordinaria vocación como pianista, compositor, arreglador orquestal, director de coro y además, como ya señaláramos, creador de la música del himno de nuestra Universidad.
Don Vicente comienza sus estudios musicales a la edad de seis años. Su madre, doña Blanca Alarcón, le cedió su primer piano. A los 10 años, en una desaparecida radio ubicada en el Paseo Ahumada, crea la primera orquesta infantil de su tiempo, con niños de su misma edad de la cual fue director artístico.
Al año siguiente, en 1931, entró al Conservatorio de la Universidad de Chile, donde cursó estudios completos de piano, composición y dirección orquestal.
A sus veinte años aproximadamente, toma dos grandes decisiones en su vida: dedicarse en cuerpo y alma a la música chilena; y, dedicarse a la orquestación y la dirección de grupos.
Precisamente en 1943, es contratado por Radio El Mundo de Buenos Aires, Argentina para dirigir su propia orquesta, con maestros argentinos.
En este contexto, tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Claudio Arrau en Argentina, encuentro que le marcó profundamente en su quehacer posterior, especialmente por las palabras que le dedicara en aquella oportunidad, el Maestro a don Vicente.
En 1951, viaja a Lima, Perú, contratado por “Radio El Sol”, para presentarse en doce programas estelares de esa emisora. Dada la aceptación del público y de los ejecutivos de la emisora, recibe el ofrecimiento de continuar en la empresa como director musical y al frente de una gran orquesta, actividad que desempeñó durante cuatro años.
El trabajo creativo de Vicente Bianchi es amplísimo. Abarca los géneros docto, popular y religioso para agrupaciones folklóricas, solistas, coro y orquesta, quedando plasmado su trabajo en innumerables grabaciones fonográficas en compañías como EMI Odeón y Capitol Records.
En 1959 su amigo Francisco Flores del Campo le pide armonizar, arreglar y orquestar la comedia musical “La Pérgola de las Flores” con texto de Isidora Aguirre.
Su prestigio musical lo posicionó como el director y pianista más solicitado de su época por artistas como Ramón Vinay, Tito Schippa, Verónica Villarroel, Pedro Vargas, Lucho Gatica, Leo Marini y Carmen Sevilla entre otros.
Su formación religiosa familiar, junto a su versatilidad creativa, lo hace incursionar en la música sacra. Es así como en 1964 crea “Misa a la chilena”, brindando a la ceremonia eucarística, un tinte nacional propio, tal y como propiciaba el Concilio Vaticano II.
En 1969, Monseñor Raúl Silva Henríquez, le solicitó la composición musical de un Te Deum, cuya trascripción hiciera del latín al castellano sobre los versos de San Ambrosio, el Padre Felipe Lázaro. Desde entonces y hasta el año 2000, en cada aniversario patrio, esta obra fue interpretada bajo su dirección por el Coro Santa Marta y la Orquesta Filarmónica de Santiago.
En 1955, musicaliza del libro “Canto General”: Vida, pasión y muerte de Manuel Rodríguez. El propio Doctor Bianchi recuerda la reacción de Pablo Neruda al escuchar el resultado de tal musicalización. “Me abrazó y me dijo: ‘Esto es lo que soñé toda mi vida. Llegar con mi poesía al pueblo”, y re-bautizó la partitura como: “Tonadas de Manuel Rodríguez”.
La dupla continuó trabajando y nacieron “Romance de los Carrera”, “Canto a Bernardo O’Higgins” y “A la bandera de Chile”, que salió segunda en el Festival de Viña en 1973.
En el verano de ese mismo año, Vicente Bianchi estaba sentado al lado del lecho de enfermo de Pablo Neruda, quien en un momento determinado tomó un lápiz verde como era su costumbre, y empezó a escribir en varios papeles pequeños. Hizo siete papeles llenos de letras, los dobló y se los pasó a don Vicente, quien los guardó por mucho tiempo, hasta que los convirtió en un Vals chileno, como él mismo ha declarado. “Así nació “La Noche de Chillán”, verso que se convirtió en el último trabajo nerudiano musicalizado por Bianchi, y que años después, en 1998, ganara el Festival de Viña del Mar en la categoría Folclórica.
El Doctor Bianchi ha sabido fusionar música popular y clásica. Desde un discurso docto ha desarrollado un lenguaje propio con influencias del folclor. Ese es su sello creador y uno de sus legados más importantes para la historia musical chilena.