Trabajadoras sociales de la UTEM presentaron investigación sobre el Baile Chino de Iquique
Autor: Christian Luco|
El desafío surgió del interés personal que las trabajadoras sociales -quienes presentaron su tesis el reciente 14 de julio- traían por el tema. Bailarinas del grupo folclórico Danza América de la UMCE, su gusto por la cultura las motivó a tomar un bus a La Tirana en julio del 2016, para investigar en terreno y con los protagonistas, sobre esta tradición.
«El Baile Chino de Iquique en la Fiesta de La Tirana como expresión de cultura popular religiosa, favorece nuevos espacios para la gestión cultural y desde allí para el trabajo social comunitario», es el nombre del proyecto de investigación con que además, en junio del 2017 las invitaron a presentarse en el seminario Comunidades, cultura y participación, organizado por la Escuela de Gestores y Animadores Culturales.
Para conocer sobre la investigación y participación en el seminario conversamos con la ex estudiante Catalina Sarmiento y con la académica Lorena Valencia. Aquí compartimos sus opiniones.
Catalina, ¿de dónde nace la idea de vincular el Baile Chino desde el trabajo social con la gestión cultural?
La idea nació en las conversaciones con la profesora. En vez de darle un enfoque desde la gestión de los aspectos administrativos, lo relacionamos con el trabajo social comunitario poniendo énfasis en que las personas se empoderen, generen procesos de autodeterminación, y transformaciones significativas dentro de la propia comunidad.
¿Me puedes contar más sobre el Baile Chino?
Se trata de una manifestación religiosa que, en este caso está ubicado en Iquique, existen varios bailes chinos, generalmente bailan en La Fiesta de La Tirana, a la Virgen del Carmen. Son los encargados de resguardar a la virgen en las procesiones y en la víspera, son como los guardianes, entonces donde va la imagen de la virgen ellos van detrás y es el único baile donde pueden estar cerca de la imagen religiosa.
Los diablos, los zambos, los indios, las morenadas, las gitanas, son parte de la fiesta pero no tienen la cercanía del Baile Chino. Se da porque este es uno de los bailes más antiguos que existen en La Tirana, son los únicos que participaban en la fiesta que se celebraba anteriormente en Bolivia, antes que existiera la división limítrofe y hasta la iglesia católica les dio un decreto eclesiástico que los autorizaba a ser los únicos que podían acercarse a la virgen.
La fiesta empieza con una misa, la virgen está dentro del templo, la misa es afuera, y ellos son los únicos que pueden estar presentes cuando sacan a la virgen del templo. Si ellos no están, la fiesta no parte, y cuenta la leyenda que la virgen se hace pesada si el Baile Chino no llega. Hay una magia, tienen una tradición oral que se ha dado generación tras generación. La mayoría de la gente que está en el Baile Chino entra por manda, por votos, porque la familia les inculcó la tradición.
¿Cómo desarrollaron su investigación?
Existe la Sociedad del Baile Chino, fuimos a la Fiesta de La Tirana y al principio nos costó entrar al grupo, no querían que los investigaran, estaban reacios, pero finalmente accedieron. Está la directiva y el cuerpo de baile, sin embrago las personas más antiguas son quienes toman las decisiones.
El cacique accedió a que pudiéramos hacer las entrevistas y nos invitaron a las jornadas reflexivas que hacen, porque no es sólo ir a bailar, tienen toda una dinámica en la que hacen jornadas de autocuidado, almuerzos comunes, tienen conversaciones colectivas. En cuanto a la música se nota el fervor que ellos sienten al bailar y en su organización se autogestionan, por ejemplo, son el único grupo que tiene motor de agua en La Tirana donde no hay agua potable. Son los únicos que no han actualizado su vestimenta, los trajes hacen alusión a los mineros de la salitrera, el café es por la Virgen del Carmen y las flores son bordadas. Ellos tratan de conservar esa sencillez y austeridad que los caracteriza.
De gestión no les preguntamos nada, insistimos sobre situaciones, cómo se organizaban, cómo vivían y en el análisis lo fuimos ligando. La característica principal que nosotras encontramos es que no es estar avalando o respondiendo teorías que ya existen, sino que en base a lo que vimos construimos nuestro análisis rescatando desde el discurso y el relato.
Como trabajadoras sociales, ¿de qué manera se involucran aportando desde su rol?
El trabajador social comunitario desde la gestión cultural es más un orientador, un mediador. Entre las comunidades encontramos un sin fin de sistemas, de personas, de roles. El Baile Chino de Iquique son más de cien personas en un solo baile, donde algunas bailan, otras están preocupadas de la administración, de tareas, de cocinar, hacer trajes. Entonces que toda esa gente llegue a un punto común, es súper complejo y nuestro rol es aportar a que ellas mismas empiecen a visualizar situaciones que quizás antes no habían visualizado, aprovechar recursos que tienen a su disposición, o darse cuenta de situaciones que estancaban sus dinámicas y no permitían un buen funcionamiento.
Lorena, ¿cómo surgió la opción de participar del Seminario Comunidades, cultura y participación. Pensando la gestión cultural comunitaria?
Fue una invitación de la Escuela de Gestores Culturales para participar en el Seminario y nuestro trabajo quedó seleccionado como una de las diez ponencias de dicho encuentro. Yo creo que uno de los componentes que llamó más la atención fue el hecho de vincular el Baile Chino y la tradición religiosa popular con el trabajo social comunitario.
Como Directora y académica que guió este proceso de investigación, ¿qué destacas de la participación de las ex estudiantes en el seminario?
El trabajo de las chicas destacó por cómo el trabajo social comunitario se relaciona con la gestión cultural, de qué manera se integran esas dos miradas. La investigación realizada rompe el paradigma de que el trabajo social tiene que estar sólo con los problemas sociales. Por lo tanto resulta novedoso que esta disciplina trabaje fenómenos culturales como los bailes chinos. Para nosotros trabajar con la cultura es esencial, porque ninguna intervención o acción social que se diseñe con las comunidades, con la familia o con los grupos, puede dejar afuera la cultura, el contexto, el territorio, la historia local y la identidad de la gente.
El estudio que hicieron las chicas es un aporte, primero, a la innovación dentro de la disciplina del trabajo social y segundo, porque lo vincularon con la gestión cultural, que es un tema emergente, más amplio y multidisciplinario. Hicieron un muy buen análisis de cuáles eran las relaciones y cómo el trabajador social se vincula ahí, también con la perspectiva de la multidisciplina, pues necesitamos comprender los fenómenos de manera mucho más holística.
¿Qué puedes señalar sobre el trabajo social a partir de esta experiencia?
En la formación de un trabajador social está la necesidad de conocer y comprender los contextos locales territoriales, la cultura de la personas, y desde ahí diseñar acciones de mejoras. Es importante que el trabajo de los estudiantes salga del espacio propio, y en este caso la participación en el seminario nos posiciona con la Universidad. Ellas nos representaron de muy buena manera, por lo que felicito nuevamente a las chicas porque abordaron un tema emergente, poco estudiado en la disciplina y fueron valientes pues se atrevieron a ir en contra de la corriente. Todo surgió del interés propio, del amor que tienen por el baile, y el seminario coronó el proceso de una manera súper simbólica.
Autora: Tania García Villanueva