Investigadora UTEM busca cuantificar la cantidad de colorante alimenticio en las bebidas
Autor: Christian Luco|
La investigadora se incorporó al equipo de investigación de la UTEM en marzo de este 2017 y es a través de un proyecto FONDECYT postdoctoral que ha podido financiar su investigación titulada «Sensores electroquímicos modificados con nanomateriales aplicados en industria alimentaria».
Con esta investigación espera generar un impacto positivo en la entrega de información certera sobre la cantidad de colorantes alimentarios que poseen las bebidas, además de ofrecer una técnica alternativa para el monitoreo y control de aditivos en alimentos.
Conversamos con la Dra. Sierra para conocer en profundidad los detalles y alcances de su investigación.
¿Cuál es el objetivo primordial que persigue su investigación?
Los colorantes que se utilizan en la industria alimentaria son principalmente de origen sintético y son constantemente regulados por distintas instituciones nacionales e internacionales. Estos colorantes, como cualquier aditivo alimentario, tienen valores de ingesta máxima diaria admisible (IDA), esto nos da cuenta de qué cantidad de colorante al día, según mi peso corporal, puedo consumir sin que tenga un efecto negativo en mi salud. Estos valores, a diferencia de lo que pasa con los edulcorantes, no vienen en las etiquetas. Tampoco se informa la cantidad de colorante que traen los alimentos. Con mi proyecto quiero determinar la concentración de los colorantes utilizados en bebidas y ver si esos valores están dentro de los rangos permitidos.
¿Cuáles son los grandes desafíos que enfrentará en su investigación?
Por una parte, cuando uno analiza una muestra necesita un sensor que sea capaz de detectar lo que queremos cuantificar aunque se encuentre en muy baja concentración, es decir, necesitamos un sensor muy sensible. El primer desafío es generar ese sensor y ahí es donde incorporamos distintos nanomateriales para mejorar la sensibilidad. El siguiente desafío es poder usar ese sensor en una muestra real, en mi caso, muestras relacionadas con la industria alimentaria. Por ahora he trabajado sólo con líquidos, tales como bebidas gaseosas e isotónicas, porque son matrices menos complejas. Esperamos más adelante seguir con alimentos más elaborados, principalmente con aquellos enfocados al consumo infantil.
Si pudiera profundizar ¿En qué consisten los sensores electroquímicos modificados?
Los sensores son dispositivos que detectan una transformación química y la traducen en una señal medible que podamos entender. En mi caso, el sensor es un electrodo, la transformación química es la oxidación del colorante y la respuesta del sensor es una corriente. Esa corriente está directamente asociada a la concentración del colorante, por lo tanto, con mis sensores modificados con nanomateriales puedo «leer» la cantidad de colorante de la muestra.
¿Cuáles son las posibles aplicaciones que podrían tener estos sensores en la industria alimentaria?
Los fabricantes saben las concentraciones de colorantes que utilizan porque deben mantenerse dentro de los niveles permitidos, por lo que no necesitarían mis sensores. Sin embargo, si alguien quiere fiscalizar ese contenido, debe utilizar técnicas de análisis que son costosas o que tienen largos tiempos de análisis. En ese sentido, los sensores electroquímicos entregan de manera más rápida y fácil una respuesta, comparado con otras técnicas convencionales. Además, su costo es mucho menor. Por otra parte, estos sensores podrían utilizarse también en la detección de colorantes que estén prohibidos y que en la actualidad no sean monitoreados.
¿De qué forma su investigación favorecería la salud y hábitos alimenticios de las personas?
Con mi investigación puedo entregar más información a los consumidores para que tengan más control sobre la cantidad de alimentos coloreados que pueden consumir. Algunos colorantes están asociados con alergias, asma, e incluso algunos estudios hablan de su efecto en la hiperactividad en niños. Si bien esto último no está 100% comprobado, el Comité de Expertos de la Unión Europea recomienda a los padres de niños hiperactivos que eviten darles alimentos que contengan tartrazina, el colorante amarillo más utilizado en el mundo. Eso en nuestro país todavía no ocurre, ni es de conocimiento público.
¿En qué fase se encuentra ahora esta línea investigativa?
En estos momentos me encuentro escribiendo los resultados obtenidos con mi proyecto para poder publicarlos en revistas internacionales, mientras espero los resultados del Concurso de Iniciación de Conicyt al que recientemente postulé. Con este nuevo proyecto podría seguir desarrollando mi investigación, pero ahora enfocada a sensores modificados con moléculas biológicas, y estudiar la interacción de esas moléculas con los colorantes que consumimos.
¿Cuáles son sus expectativas o resultados esperados?
La idea es postular a proyectos más grandes donde se genere un trabajo colaborativo con profesionales de otras áreas. Así, el impacto de nuestras investigaciones es mucho mayor, lo que favorece la generación de mayor capital humano, mejora la productividad en investigación y puede llevar a la obtención de patentes.
En la actualidad las empresas y los consumidores buscan productos generados con ingredientes «naturales» y en ese sentido me parece interesante ampliar en un futuro mi investigación a colorantes naturales y colaborar con especialistas en síntesis de productos naturales. Por otra parte, la generación de sensores es un tópico en constante desarrollo y siempre se buscan nanomateriales que mejoren estos sensores, por lo que también es importante generar lazos con profesionales del área de nanomateriales que quieran complementar sus resultados con una caracterización electroquímica.
Autora: Paula Godoy Bolados