«Mis profesoras me dieron a entender lo importante que es la valoración y el amor propio»
Autor: Christian Luco|
Valentina, estudiante de quinto año de la carrera de Arquitectura, es una mujer que siempre busca desafiar sus propios límites. Desde su vida escolar hasta su paso por la universidad, su historia es una donde el esfuerzo y el apoyo han cumplido un papel fundamental. Luego de completar una pasantía de intercambio de 5 meses en Barcelona, la estudiante nos cuenta sus experiencias, las cuales pusieron a prueba sus capacidades académicas y personales.
Aunque creció en una familia de constructores, Valentina Sánchez Gallardo, 23 años, nunca estuvo segura si el estudio era lo de ella. Se consideraba la más «porra» de la familia, y admite que el apoyo de sus cercanos fue crucial para decidirse por la Arquitectura. Eso y también el consejo que recibió de un profesional cuando ella tenía tan solo nueve años. «Muy chica un arquitecto me dijo que la labor en esta vida era dejar un granito de arena para que la gente pudiera tener un hogar donde vivir, eso me llegó mucho y comprendí que esta profesión es muy noble, porque está al servicio del resto», indica Valentina.
Con esta motivación, Valentina se esforzó al máximo para preparar una buena PSU, pudiendo ingresar a la carrera de Arquitectura en la UTEM, por recomendación de su hermano que también pasó por nuestra casa de estudios. «Igual fue difícil, porque mi promedio en el colegio era 5,5, entonces estaba en una posición difícil en el caso de postular. Finalmente me puse las pilas y llegué acá, donde he podido establecer una metodología de estudio y asumí que debía empezar a hacerlo por mí», nos cuenta.
Sin embargo, lo de Valentina fue un trabajo constante que muchas veces le pasó la cuenta. Crisis por estrés, sobreesfuerzo y las noches donde no durmió, fueron signos que vieron sus compañeros y profesores, quienes le recordaron que el tiempo para uno también es importante.
«Mis grandes amigos los he hecho en la Universidad. Los profesores también me han apoyado mucho, y justamente las profesoras fueron las que me ayudaron a superar mis frustraciones, dándome a entender lo importante que es la valoración y el amor propio. Gracias a esos consejos pude ver el estudiar en el extranjero como una posibilidad real».
Así es como Valentina se decidió a postular a una beca de intercambio de 5 meses en la Universidad Politécnica de Cataluña, una oportunidad que también le hizo sentir ciertas incertidumbres propias de este proceso, como la barrera del idioma, la soledad de vivir en un país ajeno y las nuevas exigencias académicas. «Empezar esta experiencia fue como repetir tu primer día de universidad».
Es en este proceso donde no solo se perfeccionó en materias relacionadas a instalaciones, rehabilitación estructural patrimonial y el legado arquitectónico de Antonio Gaudí, sino que también a nivel lingüístico, ya que todas las clases se impartían mayormente en catalán. «Tuve que aprender catalán e inglés para relacionarme y estudiar. Las clases eran en catalán y fue duro enfrentar eso, porque uno va a aprender lo más que pueda. Dentro de mis pequeñas metas estaba el responder las pruebas sin preguntar las traducciones al profesor. En la prueba final, me faltó traducir solo una palabra», nos comenta entre risas.
Haciendo retrospectiva de su viaje, la estudiante afirma que lo aprendido le sirvió para «soltarse» a nivel académico, viéndose capaz de aplicar estos conocimientos en su principal objetivo dentro de su profesión: diseñar viviendas y hospitales. «Finalmente, me saqué la mugre para el día de mañana hacer proyectos bien hechos y que de verdad sean un aporte valioso para las personas y las generaciones que vienen”.