Cómo afecta la actual crisis económica a las mujeres jefas de hogar en Chile
Autor: Constanza Valdivia Rossel|
El último estudio de la Fundación SOL, titulado “No es amor, es trabajo no pagado”, nos entrega una cifra alarmante y desoladora. Este documento consideró los ingresos de mercado de los hogares con jefatura femenina, dejando al descubierto que casi la mitad de estos núcleos monoparentales son hogares encabezados por mujeres solteras con hijas e hijos, catalogados como pobres, lo cual equivale al 44,7%.
Este antecedente y los que ahondaremos a continuación, reflejan la difícil situación que vive una cifra significativa de familias a lo largo del territorio nacional, y que, con los crecientes índices de desempleo que ha generado el Covid-19, vislumbran un futuro complejo con profundas repercusiones a nivel social.
Según Roberto Contreras, director de la Escuela de Postgrado y economista UTEM, “esta crisis se manifiesta en la pérdida de empleos e ingresos, dificultad incluso para intentar buscar un empleo si no se tiene opción para dejar a los hijos en un lugar seguro, sin colegio y debiendo apoyar el proceso formativo con limitaciones para acceder a las tecnologías de información, que han sido la herramienta principal para mantener la continuidad de los procesos formativos”.
De acuerdo a las últimas cifras reportadas por el Instituto Nacional de Estadísticas – INE, en el trimestre móvil marzo-abril-mayo, la tasa de desocupación femenina alcanzó el 11,5%, mientras que la tasa de desocupación masculina fue del 11%, alcanzando los niveles más altos desde la crisis subprime del 2008.
Para el economista Roberto Contreras, esta crisis se manifiesta en el sector femenino con mayor violencia y, probablemente, se hace más difícil la denuncia en condiciones de vulnerabilidad y falta de oportunidades que den salidas. “Hemos retrocedido a los años ‘80 donde se popularizaron las ollas comunes, porque las familias no tienen recursos para comer, no tienen dónde vivir o ya no pueden pagar un arriendo, donde las redes de apoyo, tanto de las familias como de los vecinos o colectividades, se han vuelto indispensables para sortear esta difícil etapa”, explica Contreras.
Quien agrega que, al aumentar la presión sobre las empresas debilitadas por la crisis, se dejó a muchos negocios sin liquidez para enfrentar sus compromisos básicos y renovar inventarios. “Un porcentaje importante de mujeres se desempeñan en estos rubros que son los más golpeados, entre ellos encontramos comercio de toda índole, turismo, restaurantes y cafeterías, ocio, como cine, discotecas, centro de eventos, espectáculos masivos y muchas empresas de servicios”, expone el académico.
Cifras relevantes
Al analizar los antecedentes actuales acerca del mercado laboral y endeudamiento en función del género, el economista señala que existen 484.617 deudoras femeninas de créditos hipotecarios, mientras que los deudores masculinos son 666.076. Esto expresado en MM$ equivale a 20.552.327 para créditos hipotecarios otorgados a mujeres y de 33.256.876 para hombres.
“Esto se debe analizar desde la perspectiva del mercado laboral, donde se puede observar que de los 8.547.630 ocupados, 3.569.503 son mujeres, así la diferencia en la cantidad de ocupados masculinos sobrepasa el millón cuatrocientas mil personas”, explica Contreras.
Esta diferencia también se puede apreciar en la brecha sobre la participación de la fuerza de trabajo, siendo bastante mayor la tasa de actividad masculina (70%) versus la tasa de actividad femenina (49%). Esto sin desmenuzar la brecha existente entre los salarios masculinos versus los salarios femeninos para funciones similares o la participación de la mujer en cargos directivos, aspectos que inciden en las colocaciones del sistema financiero, pero que aún nos permite saber que, de acuerdo al boletín del índice de remuneraciones de diciembre de 2019, la remuneración media por hora ordinaria fue de $4.651 para las mujeres, mientras que para los hombres fue de $5.253.
“Los datos actuales sobre el empleo revelan que estas diferencias se profundizan, mientras la población total femenina en edad de trabajar llegaría a las 7.990.060; las mujeres con empleo bordearían los 3 millones 30 mil, que corresponden a 362 mil personas menos respecto del trimestre móvil anterior y 749 mil personas menos respecto a igual período del año 2019 (año anterior)”, indica Roberto Contreras.
Por su parte, las mujeres fuera de la fuerza de trabajo llegan a 4 millones 563 mil, lo cual corresponde a 356 mil personas más que el período anterior y 858 mil mujeres más respecto a igual período del año 2019 (año anterior). Datos que se observan en la siguiente gráfica y que indican que mientras la población femenina en edad de trabajar aumenta, se nota una fuerte caída o quiebre estructural, tanto de la fuerza de trabajo, como de las mujeres ocupadas, que se complementa con el fuerte incremento de la población femenina que está fuera de la fuerza de trabajo.
“Recordemos que se consideran desocupados a las personas sin empleo y que realizan un esfuerzo por querer encontrar uno, mientras que la población inactiva o fuera de la fuerza de trabajo es aquella que está sin empleo, pero al mismo tiempo no busca. Esto no significa que no desee, cuando esta variable aumenta, es porque muchas personas tienen pocas expectativas de encontrar uno o podría ocurrir que al tener que cuidar a su familia, no puede salir a buscar uno dadas sus actuales circunstancias”, aclara el director de la Escuela de Postgrado UTEM.
Factores exógenos
El economista UTEM revela también que no se puede desconocer el notable impacto de la pandemia en la actividad económica, lo cual generó la mayor caída de la producción mundial desde la Gran Depresión de 1930, y que se ha acentuado con otros factores que habían debilitado el crecimiento interno, entre ellos, la Guerra Comercial entre EE.UU. y China el 2019.
Estos hechos impactaron el precio de las materias primas, pero también hubo un fuerte impacto interno provocado por el estallido social de octubre de 2019, gatillado por la presión hacia la clase media, agobiada de tanto abuso, la cual terminó expresando su descontento en sendas manifestaciones sociales, siendo la clase política uno de los principales flancos del descontento.
“Se han preocupado por incrementar sus privilegios en desmedro de la inmensa mayoría, que los observa cada vez más lejanos a su realidad y mucho más cerca del famoso grupo privilegiado del 1 o 2% más rico de este país”, desarrolla el economista, agregando que el sistema judicial es parte de esta explosión, pues “desde las investigaciones hasta las sentencias, ha mostrado una tremenda ineficacia para atacar delitos asociados al narcotráfico, y robos con violencia, generando una fuerte percepción de impunidad”.
Esto se aprecia con los diversos casos expuestos en la opinión pública sobre colusión, evidenciando la excesiva concentración en varios mercados, lo que hace que el modelo funcione de forma imperfecta, provocando el derrumbe de un sistema que sólo funciona cuando se promueve la competencia.
Sin embargo, Contreras es optimista ante el futuro, sobre todo al contar con un capital humano cuya formación, en promedio, es mucho más alta que las generaciones anteriores, el cual exige una reorientación del rol del Estado, lo que permitiría lograr un acuerdo que permita encausar una trayectoria para alcanzar el desarrollo. “Se requieren leyes drásticas contra la corrupción y una clara orientación del Estado en términos de disminuir la desigualdad social, con una mayor eficacia en el gasto público”, enfatiza.
En este ámbito, el economista comenta que “se requiere celeridad en torno al desarrollo de cambios normativos futuros, en particular la redacción de una nueva constitución, así como los principios que podrían regirla. Ello influye en la profundidad de los posibles cambios sobre el modelo económico y el rol que podría tener el Estado en este nuevo contexto”.
Consecuencias de la crisis a nivel económico y laboral
Las repercusiones de la actual crisis sanitaria y económica, abre aristas que son relevantes a la hora de generar un análisis a corto plazo. “Veremos fuertes aumentos de la tasa de desempleo, comparables con los de las crisis de 1982, en muchos casos temporales, pero con efectos de largo plazo, tendremos un período de desfase entre la demanda de empleo versus la oferta de trabajo que tendrá fuerte incidencia en las remuneraciones”, comenta el académico.
Por otra parte, señala que “varios sectores vivirán cambios estructurales importantes con mayor automatización, incremento del comercio electrónico, lo que requiere de mejores sistemas logísticos y menor expansión de tiendas presenciales. Esto genera ofertas de trabajo en algunos ámbitos y pérdida en otros”.
También añade que varias familias podrían perder activos de inversión, como viviendas o negocios, por falta de capital de trabajo y dificultad para reiniciar las actividades normales. Se dará un aumento del empleo informal, mientras se retome la normalidad.
Respecto a las plataformas virtuales, el director de la Escuela de Postgrado, comenta que han demostrado ser buenos instrumentos de conectividad, por lo que es predecible una disminución de viajes asociado a reuniones o negocios, lo que incidirá en el transporte de pasajeros y una fuerte expansión de oferta educativa a distancia.
En este sentido, Contreras señala que “se requiere aumentar la capacitación en el uso de las herramientas computacionales, sobre todo a personas con bajos niveles de escolaridad, que permitan mejorar las opciones laborales, así como en ámbitos de logística, comercio exterior y otras áreas como la electrónica o mecánica necesarias para facilitar los procesos de automatización”.
Políticas públicas insuficientes
A nivel social han existido ayudas orientadas a los estratos socioeconómicos más bajos, en los cuales se incluyen las familias monoparentales. Sin embargo, acá se dan dos temas relevantes, por una parte, que las ayudas son absolutamente insuficientes, y la segunda, es que el proceso de actualización de la situación socioeconómica o ficha de protección social de las familias chilenas ha sido lento.
“Existe falta de recursos humanos que apoyen este proceso, unido a las políticas de confinamiento que dificultan las salidas de las personas para realizar este tipo de trámites de manera presencial, en resumen, las ayudas no están llegando o llegan en magnitudes insuficientes, considerando que Chile es un país que tiene un alto costo de vida”, manifiesta Contreras.
Respecto al apoyo emocional, el académico indica que “existe un abandono total y se requiere mayor participación de los municipios para canalizar las ayudas y actualizar la ficha de protección social, hay que salir a la calle, se debe ir a los domicilios para comprender la magnitud del problema”.
El apoyo para pagar cuentas básicas como luz, agua, dividendo, gas, conexión a internet y acceder a herramientas de conectividad, como computadores, debe ser fundamental. “Las ayudas directas en dinero para cubrir las necesidades básicas y entregar la ayuda para cada persona que la solicite y no por familia, son importantes, como se ha hecho en la actualidad, de ahí la necesidad de actualizar los datos y facilitar ese proceso, muchos ámbitos del sector público no deberían parar”, añade el economista.
“Es absolutamente necesario apoyar a este sector y a los sectores más vulnerables que, además, permitan mejorar las oportunidades para estos grupos, que son estigmatizados y segregados, con muy pocas posibilidades de romper los círculos de la pobreza y/o marginalidad, que ante la falta de oportunidades para vislumbrar un futuro con proyecciones, quedan expuestos a la influencia del narcotráfico y grupos delictuales. No necesitamos mayor Estado para aumentar los privilegios de unos pocos, sino que se requiere más Estado para incrementar las garantías de las personas, lo que se traduce en mayor gasto fiscal para reducir la desigualdad y mejorar las oportunidades para todos”, finaliza Contreras.