Investigadora española Alicia Gómez Sánchez en la UTEM: Desafíos de la “ciencia abierta”
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El concepto de «ciencia abierta» se impulsa desde Unesco y Naciones Unidas para «asegurar que la ciencia beneficie realmente a las personas y al planeta y no deje a nadie atrás«. Para ello, ambas instancias internacionales llaman a transformar el proceso científico, haciéndolo más inclusivo y colaborativo.
En ese contexto, la carrera de Bibliotecología y Documentación UTEM invitó recientemente a la investigadora española Alicia Gómez Sánchez, jefa del Servicio de Bibliometría y visualización de datos de la Universidad Técnica de Viena, quien realizó la charla titulada “La ciencia abierta como impulsora para una nueva forma de evaluar la investigación”.
Para Guillermo Toro, director de la Escuela de Bibliotecología y Documentación UTEM, la presencia de Gómez Sánchez es de gran importancia, ya que “nuestros estudiantes conocen en clases a alguien que está en la primera línea de investigación«.
La experta europea subraya que “cuando hablamos de ciencia abierta, toda la gente piensa que es poner a disposición del mundo el acceso libre, pero esa es una de las cosas que siempre procuro plantear antes. Hay muchos investigadores que ya trabajan en ciencia abierta, por lo que esto es sólo una sistematización o la estructuración de ponerle nombre a algo que ya se viene haciendo”.
“Hay mucho por hacer”
Para Gómez Sánchez, en rigor, una de las problemáticas que se puede resolver con el movimiento “ciencia abierta” es evitar que los investigadores cedan sus derechos de autor a las revistas que publican sus trabajos. Explicó que en Europa todos los planes y normativas “enfatizan en que los autores retienen los derechos de autoría. Entonces, cuando la revista tiene copyright, no es de acceso abierto”.
Explica que “se suele dejar todo en manos de las grandes empresas editoriales, las que no sólo venden los artículos, sino que también las bases de datos”. Se genera lo que se denomina como “doble imposición”, es decir, que los investigadores pierden el control de su trabajo.
De allí es que lo que se busca con el acceso abierto es que el material científico se pueda encontrar en internet. “Ya no habrá problemas de acceso, sino que se generará una nueva necesidad: cómo llegar a esa información, ¿dónde está?”, dice la experta.
Alicia Gómez participó de la Semana del Acceso Abierto Chile 2022, espacio de reflexión de varias universidades sobre el tema. En ese contexto, existiendo ya experiencias previas con la UTEM, se reunió con algunos profesores, académicos y estudiantes de la Escuela de Bibliotecología y Documentación.
Pese a que ella evalúa positivamente el movimiento de “ciencia abierta”, cree que no existen los suficientes incentivos en la actualidad para que las instituciones difundan sus investigaciones. A nivel académico, dice que todavía hay mucho que hacer. Las casas de estudios superiores están desarrollando proyectos e iniciativas que permiten dar a conocer los conocimientos generados gracias a sus investigaciones.
Seis principios para disminuir la brecha ciencia-sociedad
Leonardo Reyes, bibliotecario del área de investigación de la Universidad de Chile, y quien fue parte de la Semana del Acceso Abierto Chile 2022, afirma que “la ciencia abierta abre un espacio que las universidades vienen pensando y viendo cómo lo resuelven. Desde el punto de vista del reconocimiento, no solo indexado, las facultades de Humanidades y Ciencias Sociales están reclamando por qué no se les reconoce toda su actividad de producción de conocimiento”.
De hecho, Alicia Gómez explica de qué manera se acerca a los investigadores para plantearles los beneficios de la ciencia abierta, siempre empatizando con ellos y reconociendo sus preocupaciones. De esta manera, es posible hallar el beneficio para todos, dejando al usuario al centro.
La experta también plantea la evolución que ha tenido el movimiento, así como las políticas alrededor de este. Actualmente, también se habla de acceso a datos que permiten reproducir una publicación. Muchos investigadores temen que todos sus datos estén accesibles, pero no es así, porque los que se pueden liberar son aquellos que permiten validar las investigaciones y que se solicitan con condiciones.
Pero la ciencia abierta implica mucho más. Y es que cuando se habla de esto, se apela al concepto de Investigación e Innovación Responsable (RRI), dinámica que se basa en seis principios: educación científica, igualdad de género, acceso abierto, gobernanza, ética y participación ciudadana. Esta busca que haya una ciencia más abierta, inclusiva, transparente, colaborativa, en que la brecha entre lo científico y la sociedad sea cada vez menor.
Se busca, entonces, que las investigaciones tengan un propósito social, especialmente porque se entregan recursos a los investigadores para que puedan generar conocimiento en ciertos temas. Visto desde este enfoque, habría interés en responder preguntas y dar soluciones para problemas presentes y futuros de la sociedad.
En definitiva, el movimiento promueve que se haga investigación por, con y para la sociedad.