Experto analiza desafíos en la cadena de suministros de productos alimenticios
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Actividad on line estuvo organizada por la Escuela de Administración de la Facultad de Administración y Economía UTEM, a través de la vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión.
“Las prácticas de la cadena de suministros de productos alimenticios se encuentran bajo escrutinio público por varios factores. La misma pandemia; las actitudes cambiantes de un consumidor más consciente de la salud e informado que quiere tener información precisa del cultivo; y la comercialización y práctica de distribución utilizada para llevar los productos agrícolas a los estantes de los supermercados de los barrios”.
Así resume el experto Erick Pulgar Saavedra los principales desafíos que enfrenta el sector agroindustrial en torno a la cadena de suministros. El ingeniero comercial participó en la charla virtual “TFSC (Technified Food Supply Chain) como herramienta de control de calidad y precio justo”, organizada por la Escuela de Administración de la Facultad de Administración y Economía UTEM, a través de la vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión.
China -uno de los principales importadores del mundo- anuncia la exigencia de trazabilidad a los productos que compre, con la intención de asegurar su calidad. Ámbitos como agricultura, alimentos y medicamentos ya pasan por ese proceso al ingresar a la potencia oriental.
Se trata de uno de los ejemplos más notorios en cuanto a desafíos que enfrentan los exportadores nacionales, quienes deben cumplir con estándares de calidad solicitados por los mercados internacionales y sus sistemas de gestión de calidad.
Así, tanto las regulaciones adicionales como los nuevos estándares impulsados por el mercado afectan el diseño y la operación de los suministros, aspecto particularmente crítico en productos agrícolas perecederos -precisa Pulgar- » ya que el tiempo de recorrido a través de la cadena de suministros es muy limitado. Dicha complejidad se agrava cuando la cadena de suministro abarca dos o más países”.
Ante ello, “muchos gerentes se han dado cuenta de que sus organizaciones no están preparadas para manejar interrupciones significativas en sus redes. Tras este análisis, algunas empresas hacen cambios hacia una mayor y rápida democratización de las cadenas de suministro mediante la adopción de tecnologías emergentes, buscando mejorar calidad, integridad y visibilidad de los datos, adaptadas a los retos”, indica Pulgar.
Blockchain y la cadena de suministro
La tecnología blockchain -que permite llevar un registro seguro, descentralizado, sincronizado y distribuido- se utiliza desde hace un par de años en varios rubros, siendo el financiero uno de los más ha beneficiados, porque la esencia de esta tecnología se basa en una lógica transaccional.
Ámbitos como el agroindustrial, por ejemplo, ya entienden que el blockchain es un aliado, que permite la competitividad en la cadena de suministros. Pulgar precisa que es posible realizar una base de datos distribuida y asegurada para almacenar información sobre materia prima hasta el eslabón final de la cadena.
Se trata de un paso positivo para la trazabilidad, ya que las actualizaciones de información se coordinan casi en tiempo real para todos los eslabones de la cadena. También evitan la duplicación del inventario, ajustarlo mucho más a las necesidades y evitar así el stock innecesario, mejorando la seguridad y la disponibilidad de los datos.
Comercio justo
Se trata de un movimiento internacional que propone una mayor justicia global en lo económico, social, humano y medioambiental, proponiendo condiciones laborales y salarios justos a lo largo de toda la cadena de producción.
La Organización Mundial del Comercio Justo establece diez criterios que deben ser cumplidos por las organizaciones que adscriban a la idea. Estas son: crear oportunidades para productores en situaciones en desventaja económica; transparencia y responsabilidad; prácticas comerciales justas; pago de un precio justo; no al trabajo infantil y forzado; no la discriminación y sí a la equidad de género a la libertad de asociación; asegurar buenas condiciones de trabajo; desarrollo de capacidades; promoción del comercio justo; y respeto por el medioambiente.
“Es una política que se está llevando a cabo en el sector agrícola para que haya énfasis e impulso a los medios y pequeños agricultores y así revivir prácticas que permitan que el medio ambiente se vaya normalizando en sus procesos”, explica Pulgar.