José Klarián Vergara, director Magíster en Gestión de Riesgos de Desastres y Cambio Climático UTEM: “Sí, se puede prevenir”

Autor: Daniela Arce|
“La prevención apunta a ver cómo se planifica y gestiona correctamente, además de entender cómo se educa”, enfatiza el experto del Departamento de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de nuestra casa de estudios.

En enero de 2023 comienza a operar en Chile el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) en reemplazo de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), servicio público que enfrenta los hechos de emergencia nacional, planificando y coordinando los recursos públicos y privados destinados a la prevención de emergencia y desastres, entre otras atribuciones.

De acuerdo a variadas instancias que analizan la situación general, Chile es uno de los países más amenazados y vulnerables por el cambio climático. De allí es que resulta primordial contar con profesionales capaces de prevenir y gestionar todo tipo de desastres. Un claro ejemplo son las consecuencias del terremoto y tsunami del 27F en el país, que aún lamenta además de la muerte de personas, la perdida de viviendas y daños en infraestructuras, entre otros, generando un impacto profundo a nivel social, en la economía y en la calidad de vida.

Conscientes de este contexto, la UTEM crea el Magíster en Gestión de Riesgos de Desastres y Cambio Climático, que se dicta en formato e-learning en mayo de 2023, y que surgió a propósito del quehacer natural de los académicos de la universidad, quienes están constantemente investigando sobre el cambio climático, los desastres socionaturales y su impacto en la sociedad, la calidad de vida e infraestructura.

¿Cómo nace la idea de crear este programa de postgrado?

– Cuando vemos que los temas ligados a planificación territorial y gestión no van al ritmo de lo que deberían ser ni atienden de forma preparada, con acciones preventivas, los desastres naturales, consideramos que es una tarea que debe ser abordada por una diversidad de profesionales y no sólo en aquellos que ven más de cerca estos asuntos.
Ingenieros civiles, ingenieros constructores, arquitectos, economistas y profesionales
orientados a temas sociales, profesionales de la salud, todos deben tener los conocimientos y herramientas para abordar y gestionar este problema en forma multidisciplinaria.

Además, hay que considerar que actualmente se está llevando a cabo el cambio de políticas a través de la transformación de la Onemi al Senapred. Se trata de un cambio importante, no solo de nombre, porque hay nuevas atribuciones, donde se debe contar con los equipos y los conocimientos apropiados para enfrentar de forma preventiva la planificación del territorio, la gestión de los recursos y modos de acción.

Cuando hablamos del riesgo de la población, el caso actual más crítico es el terremoto de Turquía y Siria, con miles de personas fallecidas y damnificadas. Ese es un drama enorme para la sociedad y para las familias, pero también hay otro costo: la recuperación de infraestructuras y cómo se tienen que volver a preparar los aparatos productivos y de servicios de la comunidad para volver a tener las capacidades para retomar su potencial de desarrollo. Por ejemplo, el 27F, el terremoto más cercano que tuvimos dentro de la zona central de nuestro país tuvo un impacto en el 15% del PIB. Entonces, cuando se analiza el impacto multidimensional que tiene un fenómeno como este, realmente hay que estar bien preparados.

Además, el hecho de ofrecer este programa 100 % a distancia, fue pensado diseñado para que el profesional que está en cualquier parte de Chile tenga la posibilidad de participar en él y, al mismo tiempo, abre la posibilidad a interesados de todo Latinoamérica. Tenemos relatores de México y otros que se han contactado de Paraguay, Colombia y Perú, porque los temas del cambio climático afectan en forma global.

¿Qué tanto se puede estar preparado para un desastre?

– Considerando la planificación del territorio, desde un punto de vista de ocupación del espacio, sí, es posible prevenir. Especialmente con instrumentos de planificación territorial que consideren los factores de riesgo. Ello se logra con la convergencia de distintos profesionales con la capacidad de modelar a través de herramientas específicas y luego con instrumentos de gestión y fuerza política que permiten tomar decisiones preventivas.

Existe diversidad de métodos analíticos para determinar vulnerabilidad en zonas costeras o cordilleranas, el tema es cómo llevamos ese conocimiento al escenario de la gestión y administración de recursos.

Ahora, nuestro programa de postgrado, que es de gestión de riesgos de desastres y cambio climático, incorpora un aspecto emergente del cual los modelos históricos de caracterización climática deben ser revisados para ajustarse a la realidad de hoy y futura.

Las comunidades costeras se verán enfrentadas a infinidad de problemas por los cambios de altura del nivel del mar en el borde costero, como para citarlo como un ejemplo. Las acciones preventivas apuntan a ver cómo planificamos y gestionamos de forma correcta -desde el punto de vista del ejercicio profesional y técnico- y cómo se educa, porque no sacamos nada con tener muchas disposiciones si la sociedad no está educada e informada.

¿Qué tan clave es que la sociedad esté concientizada sobre este tema?

– Este es un punto bien complejo, porque se puede trabajar en la comunicación a partir de campañas educativas y acciones de simulacro. Cuando esto se empiece a hacer sistemáticamente, con una suerte de control y evidencia de los resultados, se puede ir
corrigiendo y analizando el verdadero impacto de aquellas acciones.

Hay que tener conciencia de que el habitante, dentro de lo que son sus organizaciones
sociales, en comunas y barrios, sea un ente activo, que colabore en la identificación de
algunos riesgos. Que sean activos a través de la difusión, que sean capaces de observar los daños potenciales que pueden experimentar. No se debe desconocer que el habitante o lugareño es quien mejor conoce su espacio y es un aporte en el ejercicio participativo de la planificación.

¿Cuáles son las principales falencias profesionales que deben enfrentarse en el área de la gestión de riesgos de desastres?

– En el programa apuntamos a tres cosas, que el profesional que se incorpora se compenetre en el origen y la dinámica de los fenómenos desencadenantes de desastres. Luego, cómo se establecen y definen los patrones de gobernanza; y cómo puede profesionalmente y en sus distintos niveles de responsabilidad, apuntar al mejoramiento de las políticas y ser un aporte en la definición de estrategias de intervención y mitigación. Como es natural en nuestro país, una estrategia no puede ser aplicable a todo el país, porque tenemos realidades y riesgos distintos.

Las carencias más nítidas vienen por el lado del conocimiento técnico, porque las políticas pueden estar escritas y al alcance de todos. Por otro lado, creemos que las problemáticas relacionadas con el cambio climático -una situación compleja y que será cada vez más difícil- nos obliga a tener más conciencia y participación activa, con conocimientos profesionales y técnicos para abordar esto de forma coherente y rápida.

Las universidades históricamente en sus carreras de Geografía han investigado estos temas, pero esa información no transita hacia los niveles donde se
toman las decisiones. Hay desconocimiento, porque a veces quienes toman las decisiones no son del área o las prioridades obligan a resolver otras necesidades. Puede haber profesionales muy competentes, pero hay tópicos que no se conocen y se toman decisiones con una óptica más estrecha.

Entonces, no se trata de un perfil profesional, sino que es algo multidisciplinario, por algo el magíster convoca a una diversidad amplia de profesionales, ya que estas son decisiones y acciones de equipo.

Afortunadamente, el camino desarrollado por Onemi ha sido una experiencia que convoca en la gestión del riesgo y ahora, la tarea de Senapred debe ser con mayor celeridad dada la dinámica de los fenómenos que se están desarrollándose en el planeta por el calentamiento global.

Chile es partícipe en acuerdos internacionales y sigue las directrices del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres. Para nosotros, el trabajo con especialistas e interesados latinoamericanos en formarse en nuestro programa, es concordante con la emergencia que experimentan en forma recurrente. Por lo tanto, es una muestra del trabajo colaborativo para disminuir los riesgos que afectan a las personas.

¿Es porible mejorar la gestión integral de los desastres?

– En nuestro magíster tenemos asignaturas que apuntan al tema de gestión y también al de manejo de la información. Es muy difícil hacer una óptima gestión si no tienes buena información. Uno de los principios básicos es que participen una diversidad de organismos del Estado, como los ministerios de Vivienda, Obras Públicas, Educación, Salud, Social, entre otros.

Ahora, en el caso de un desastre, se requiere tener una línea base: conocer cómo está y dónde, además de cuánto cuesta cada elemento del tejido de servicios e infraestructura, lo mismo con la vivienda. Una vez que se levanta esta información, será posible
saber a cuánta gente está afectando un evento en sí y cuánto cuesta su reposición o puesta en marcha.

Cuando no hay datos se actúa de forma reactiva a las demandas, sin tener una visión de cuáles son los puntos vulnerables dónde se puede generar un daño y el valor para su reparación o sustitución.

¿Cuáles son los principales desafíos de la prevención y gestión de los desastres y
del cambio climático?

– Los principales y que abarcamos dentro de este magíster profesional, es lograr profesionales con competencias para poder organizar, planificar y con un manejo de herramientas que permita modelar el riesgo potencial de alguna comunidad o sector productivo.

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Una Respuesta para “José Klarián Vergara, director Magíster en Gestión de Riesgos de Desastres y Cambio Climático UTEM: “Sí, se puede prevenir””

  1. Fernando Díaz Azagra dice:

    En opinión y considerando la experiencia que tengo en trabajos donde los riesgos generados por los peligros de violentas tormentas de nieve, velocidades de viento fuera de lo soportable y aludes de nieve (avalanchas), se debía continuar con la explotación de los yacimientos mineros. No era noticia, pero sí precisaba de planificación, operación, control, información y compromiso de todas en cumplimientos de los objetivos comprometidos, fundamentalmente la vida y salud de las persona, protección de las instalaciones y reparación de los daños.

    Por ello, felicito al su Director el Dr. Klarián, por la forma clara en que se expresa sobre la necesidad de prevenir y no lamentar los desastres que provocan sus resultados. Ahora se tiene la oportunidad de preparar a quienes podrán dirigir las operaciones para prevenir los hechos. Que falta nos hacía.

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