Telas hechas con borras de café: Así es el proyecto ProteinLab UTEM que trabaja con biomateriales
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Los restos de grano molido de café que no son capaces de pasar el filtro de la cafetera pueden tener usos que ni te imaginas. El equipo de ProteinLab del Programa Institucional de Innovación, Innova UTEM, está trabajando en la búsqueda de nuevos biomateriales utilizando desechos orgánicos como borra de café, elementos que son reutilizados y transformados en telas elásticas o eco-cuero.
El proyecto denominado «Desarrollo de productos biomateriales» se centra en la investigación, experimentación y obtención de resultados a partir de biomateriales, contando con la participación de distintas Facultades y Programas de Vinculación con el Medio de la universidad (VcM).
Surge a partir del proyecto Smartextil, desarrollado por ProteinLab e Innova UTEM, mediante la adjudicación de un Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (Fondart) en el año 2020. La idea central fue integrar biomateriales, fabricación digital y electrónica embebida para el desarrollo de tres prendas de indumentaria.
La coordinadora de Proyectos de ProteinLab, Macarena Valenzuela Zubiaur, indica que “desarrollamos materiales biobasados, es decir, elaborados a partir de residuos orgánicos, como borras de café, cáscaras de frutas, verduras y cáscaras de huevos, entre otros. Con la implementación de estos nuevos materiales en el diseño de nuevos productos, aportamos a un impacto en lo socioeconómico y medioambiental”.
Respecto al proceso, la coordinadora explica que “estos nuevos materiales se ´cocinan´ a partir de recetas, que tienen elementos aglutinantes, gelificantes, antifungicidas y el residuo, en este caso la borra del café. A partir de la proporción de estos elementos, los materiales pueden quedar más elásticos o rígidos, brillantes u opacos. Es decir, van variando sus características”.
Impacto ambiental de la fast fashion
En la actualidad, las tiendas de ropa cambian y reponen sus colecciones constantemente, generando un ciclo de producción interminable que ocasiona importantes daños a la naturaleza. La fast fashion se fabrica mayoritariamente en Asia y de ahí se distribuye al resto del mundo. El uso constante de pesticidas, tintes contaminantes, el consumo excesivo de agua y energía, además de la emisión a la atmósfera de humos contaminantes durante el transporte, son algunas de las negativas consecuencias de esa industria.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la industria de la moda es la segunda más contaminante en todo el mundo después del petróleo. Los principales problemas durante el desarrollo de estos productos son el consumo y la contaminación del agua, el uso de productos químicos y la acumulación de desechos.
Cada año, en la industria textil se utilizan 93.000 millones de metros cúbicos de agua y se tiran al mar anualmente medio millón de toneladas de microfibra, lo equivalente a tres millones de barriles de petróleo.
En 2018, la ONU califica la contaminación derivada de la industria fast fashion como una «emergencia medioambiental». La coordinadora de ProteinLab indica que el proyecto con biomateriales, precisamente, “promueve el desarrollo sostenible en las comunidades y territorios. La industria textil es una de la más contaminantes a nivel mundial, por lo que debemos cambiar el paradigma, modificando los elementos que se usan, sus procesos y la dinámica de consumo”.
ODS para transformar el mundo
La ONU aprueba en 2015 la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar las condiciones de vida en forma colectiva. Esta agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.
«Producción y consumo responsable» es parte del ODS 12, el cual sostiene que la industria de la moda aporta el 10% de las emisiones mundiales de carbono, es responsable del 20% de las aguas residuales del mundo, además de utilizar más energía que la industria de la aviación y el transporte marítimo juntos.
Ese ritmo de producción ineficiente afecta gravemente al planeta, por lo que debe hacerse cargo de las metas ligadas a este objetivo, sobre todo aquellas que hablan sobre la reducción en la generación de desechos y la adopción de prácticas sostenibles.
El consumo y la producción sostenibles consisten en hacer más y mejor con menos. También se trata de desvincular el crecimiento económico de la degradación medioambiental, aumentar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sustentables.
“Esperamos aumentar el alcance de los resultados que hemos obtenido, proyectando una implementación concreta mediante estos nuevos materiales”, asevera Valenzuela Zubiaur. Destaca que es relevante que la UTEM tenga este tipo de iniciativas para “aportar al sello de universidad sustentable. Además, de transferir experimentación y conocimiento”.