Joan Casas-Martí, trabajador social español: “El rol de una universidad pública es contribuir a las necesidades del país”

Autor: pedro berho|
En el contexto de su pasantía doctoral en Chile, el profesional titulado de la Universidad de Barcelona analiza los principales desafíos y oportunidades que presenta actualmente su disciplina, enfatizando el papel que –a su juicio- cumple la educación pública en las tareas sociales.

Garantizar el bienestar y la salud social a través de políticas públicas que respondan a las problemáticas de la sociedad, son los desafíos fundamentales que presenta la disciplina del trabajo social en la búsqueda por responder a los requerimientos globales actuales, en un contexto donde prima el individualismo y la soledad, según describe el investigador predoctoral del Ministerio de Universidades de España, Joan Casas-Martí.

Recientemente, el también Máster en Antropología y Etnografía, participó de un conversatorio organizado por la Escuela de Trabajo Social UTEM, en conjunto con el Centro de Familia y Comunidad UTEM, el que tuvo como objetivo generar un espacio de diálogo y reflexión en torno a la prevención y el abordaje de la soledad no deseada desde el Trabajo Social.

En esta oportunidad, el investigador y profesor de ciencias sociales, analiza y destaca la importancia de saber adaptarse a los desafíos modernos, y cómo el trabajo social y las universidades públicas pueden aportar a dichos objetivos. En este escenario, Casas-Martí valora y reconoce el compromiso de la UTEM en el ámbito del aporte social y califica como “innovador” su modelo de vinculación.

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¿Cuáles son -a su juicio- los desafíos y oportunidades que existen en la disciplina y el ejercicio del trabajo social actualmente?

– El trabajo social ocupa una posición de privilegio para estar en contacto con las necesidades sociales y con el otro. Pocas profesiones están tan en contacto con realidades sociales que -muchas veces- son invisibles. En este sentido, existe una gran oportunidad para poder detectar, prevenir y abordar situaciones de sufrimiento social, como la soledad, la discriminación, el aislamiento, la precariedad económica y la vivienda.

Entonces, creo que el reto que tenemos es el de empoderarnos en visibilizar el conocimiento que existe acerca de los malestares sociales, y darlos a conocer. Es decir, debemos hacer investigación aplicada desde el trabajo social, para poder concientizar las situaciones de sufrimiento con las que nos encontramos, y así poder pensar formas de abordarlas y prevenirlas desde la profesión, a partir de un método más sistemático.

¿Qué rol cree que juegan las universidades en este escenario?

– Me parece que la universidad no tiene que ser una institución alejada o una burbuja que no esté conectada con la sociedad, que no tenga una vinculación con el medio. Al contrario, la universidad tiene que formar parte de la comunidad y -sobre todo la universidad pública- tiene el rol de contribuir a las necesidades del país.

En el ámbito de la investigación se puede construir conocimiento que pueda ser de utilidad para poder dar respuesta a algunas de las necesidades sociales que tenemos. No se debe construir conocimiento solo por construir, sino que crear un conocimiento que sea aplicable, que tenga algún tipo de impacto en la sociedad. De la misma forma, en el ámbito de la docencia se debe enseñar acorde con lo que los futuros profesionales se van a encontrar allí fuera, y no una docencia que esté alejada de la realidad. Entonces, el reto es que la universidad forme parte plenamente de la comunidad y no sea vista como un ente externo aislado.

¿Cómo evaluaría el trabajo que hace la UTEM en este sentido?

– La verdad es que me ha sorprendido muy gratamente el esfuerzo que hace la UTEM en esta línea. En España, la universidad está muy alejada de la realidad, de las cosas que pasan, y de las necesidades sociales, y aquí en la UTEM he conocido diferentes centros y unidades que contribuyen directamente, no solamente al bienestar de los/as estudiantes y académicos/as, sino también al de la comunidad.

Por ejemplo, estuve en el Centro de Familia y Comunidad de la UTEM -Cefacom- y pude conocer la manera en que funciona como un ente que está abierto a la comunidad y que -desde esta iniciativa- la universidad está dando respuesta tanto a las necesidades formativas de estudiantes y a la misión de hacer investigación, como también a la contribución y servicio a la comunidad. Para mí, esto es algo muy innovador y digno de replicar.

¿Qué similitudes o diferencias principales pueden establecerse en el ejercicio del trabajo social entre Europa y Chile?

– Por ejemplo, en el tema del envejecimiento, veo que tenemos un reto similar. Si bien nuestras pirámides poblacionales son ligeramente distintas, en ambos casos predecimos un envejecimiento poblacional muy fuerte en unos años. Entonces, este es un reto compartido y -al mismo tiempo- es una apuesta que nos obliga a comenzar a abordar el tema en el corto plazo desde espacios como las universidades, incluyendo asignaturas y electivos que vayan en esa dirección.

Por otro lado, aquí en Chile -a diferencia de España- existe un fuerte tema con los pueblos originarios y es algo que en la universidad también se debe hablar mucho, incluso pensando que hay estudiantes y profesores/as provenientes de pueblos nativos, lo cual es un reto desde el trabajo social. La práctica de esta disciplina y las políticas públicas debe tener en cuenta esta diversidad étnica.

A propósito del tema de la soledad, como especialista, ¿cuál considera que es la importancia de abordar esta necesidad social?

– Efectivamente, se trata de un problema social urgente. Vemos estudios sobre prevalencia de la soledad como un fenómeno, un malestar psicosocial que está en auge. Cada vez tenemos más personas que manifiestan sentirse solas y no me quiero imaginar las que no llegan a manifestarlo; y ojo que no solamente se trata de personas mayores, sino que es un aspecto que se manifiesta a lo largo de la vida.

En este sentido, se trata de un malestar muy actual, que tiene que ver con el neoliberalismo, con el individualismo imperante, y con toda una serie de dinámicas sociales, por lo que creo que es algo que debemos abordar desde disciplinas y profesiones como el trabajo social, donde el objeto de intervención y de estudio son las relaciones sociales y los vínculos significativos.

Entonces, cuando hay problemas como la soledad, estos nos están alertando de que se están construyendo vínculos poco consolidados o vínculos que no son significativos. De esta manera, creo que aquí tenemos un reto muy grande porque además, la soledad no deseada tiene efectos negativos tanto en la salud y bienestar de las personas, como en sus redes afectivas


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