Juan Pablo Beiza, estudiante postgrado UTEM: «Aquí se aprende en espacios donde la disciplina se desafía y se transforma”

Autor: Daniela Arce|

Formando parte del Magíster en Gestión Documental, Archivística y Patrimonio, participó como expositor en el Congreso Internacional de Archivos (ICA) Barcelona. Ahí presentó una ponencia enfocada en el valor del Archivo Eltit-Rosenfeld como patrimonio documental clave.

Con el objetivo de reconstruir la historia del sufragio femenino en Chile desde una mirada archivística y profundamente humana, Juan Pablo Beiza, bibliotecario y estudiante del Magíster en Gestión Documental, Archivística y Patrimonio (MGDAP),abordó el desafío técnico que implica la digitalización de materiales que hoy rozan la arqueología tecnológica. En su trabajo, destacó además la necesidad de generar alianzas con instituciones estratégicas que permitan evitar que estos registros queden confinados a formatos obsoletos.

Beiza enfatiza que, más allá de los aspectos técnicos, se trata de un proyecto orientado a rescatar la memoria de una comunidad vulnerada durante décadas, donde la digitalización adquiere un carácter político al restituir voces históricamente silenciadas. “Mi intención fue compartir con la audiencia internacional que en Chile se están desarrollando iniciativas que dialogan con debates globales, y que el rescate de estos hitos feministas se ha convertido en una pieza clave para comprender nuestra historia y proyectar nuevas líneas de investigación”, señala.

En este proceso, resultó fundamental el trabajo en torno al archivo de Diamela Eltit y Lotty Rosenfeld, cuyo acervo permite reconstruir la historia del sufragio femenino en Chile desde una perspectiva documental y, a la vez, profundamente humana. Ambas creadoras reunieron un patrimonio excepcional para visibilizar la lucha de las mujeres por sus derechos, y Beiza relata cómo ese legado llegó hasta su lugar de trabajo, convirtiéndose en el eje central de su investigación y difusión.

¿Qué significó para ti participar en un evento internacional de la magnitud del ICA Barcelona 2025?

-Participar en un evento internacional como el ICA Barcelona 2025 fue una experiencia marcada por un vértigo delicioso, una mezcla entre lo desconocido, la ansiedad rica de querer absorberlo todo y el orgullo profundo de haber llegado hasta Barcelona para hablar de mi trabajo con archivos personales. Estar ahí, en un congreso de esa magnitud, me hizo sentir que estaba entrando en un territorio nuevo, pero al mismo tiempo familiar, porque lo que más me significó fue poder conectar con colegas de muchas partes del mundo, hacer networking real y entender cuál es la hoja de ruta internacional que está siguiendo la archivística hoy. También fue un momento de validación, una oportunidad para confirmar que lo que hacemos en Chile conversa naturalmente con los debates globales y que mi trabajo tiene un espacio legítimo dentro de esa conversación.

¿Cómo crees que esta experiencia fortalecerá tu línea de investigación o tus proyectos actuales?

-Esta experiencia fortalece mi línea de investigación, porque me permitió ver cómo los debates internacionales avanzan hacia temas que ya estoy trabajando en Chile, como la digitalización crítica, la preservación inteligente y la memoria de comunidades que fueron históricamente invisibilizadas. Escuchar tantas miradas distintas sobre IA, accesibilidad, riesgo climático, gobernanza ética y modelos de colaboración me abrió rutas nuevas que quiero incorporar en mis proyectos, especialmente en la forma en que pienso la automatización, los metadatos y la valoración documental.

También fue una oportunidad para validar que el rescate de archivos personales no es un esfuerzo aislado, sino parte de una conversación global donde la memoria feminista, comunitaria y migrante está comenzando a ocupar un lugar central. Ver cómo otros países están resolviendo problemas similares me dio herramientas prácticas para mejorar mis procesos y, al mismo tiempo, me dejó con una sensación muy potente de pertenencia, como si la investigación que estoy realizando en Chile fuera una pieza legítima dentro del rompecabezas internacional. Me volví con ideas concretas, contactos valiosos y una energía renovada para seguir empujando proyectos que combinan técnica, ética y memoria.

¿Hubo algún tema o tendencia del congreso qué te llamó especialmente la atención?

-Hubo varias líneas que me sorprendieron por su claridad y por lo alineadas que estaban con lo que yo mismo estoy trabajando. Una de las más fuertes fue la presencia de la inteligencia artificial dentro de los procesos archivísticos, presentada de manera responsable y con énfasis en la transparencia, la ética y el rol insustituible del criterio humano. También llamó mucho mi atención la preocupación global por el riesgo climático y cómo este se está convirtiendo en un factor imprescindible para tomar decisiones archivísticas, desde la preservación digital hasta la infraestructura física.

Otra tendencia muy marcada fue la insistencia en modelos colaborativos, interoperabilidad y construcción de ecosistemas donde los archivos ya no funcionan como islas, sino como redes que se sostienen mutuamente. Y, quizás lo más significativo para mí, fue el lugar que están ganando los archivos personales, los archivos de memorias vulneradas y los proyectos que buscan reparar ausencias históricas. Ver investigaciones sobre memoria de mujeres, comunidades desplazadas o minorías sociales me hizo sentir que mi propio trabajo en Chile dialoga con una agenda internacional que avanza hacia una archivística más humana, política y consciente de su impacto cultural.

¿Qué fue lo que más te sorprendió o inspiró del congreso?

-Lo que más me sorprendió del congreso fue la enorme multiculturalidad que se respiraba en cada espacio. Era impresionante relacionarse con personas de culturas completamente distintas a la nuestra y descubrir en los workshops que, aunque venimos de realidades opuestas, nuestras experiencias no están tan alejadas. Escuchar cómo trabajan quienes viven en contextos que jamás imaginé y ver cómo describen problemas que se parecen mucho a los nuestros fue una de las partes más enriquecedoras del encuentro. Lo que más me inspiró fue sentir que pertenezco a una comunidad global de profesionales que está empujando proyectos significativos, muchas veces en un mundo que todavía no termina de entender el valor de los archivos. Saber que allá afuera hay gente trabajando por lo mismo, con pasión, con creatividad y con la misma necesidad de ser escuchados, me dejó con una fuerza enorme para seguir adelante con mis propios proyectos y con la convicción de que no estamos solos en este oficio.

¿Qué significó para ti representar a la UTEM y al Magíster en esta instancia internacional?

-Participar en esta instancia internacional como alumno de magíster tuvo un significado muy especial para mí. Fue una especie de recordatorio de que estoy en pleno proceso de formación y aún así ya puedo aportar a una conversación global sobre archivística. Estar en un congreso de esa magnitud, rodeado de profesionales con trayectorias consolidadas, y poder presentarme desde mi lugar de estudiante, me dio una mezcla de orgullo y de confirmación de que el camino que estoy recorriendo tiene sentido. Sentí que mi aprendizaje no queda solo en el aula, sino que se proyecta en espacios donde la disciplina se discute, se desafía y se transforma. Fue un momento muy bonito darme cuenta de que incluso en esta etapa temprana puedo participar de esos debates y llevar mi propia experiencia al escenario internacional.

Etiquetas:

Deje un Comentario

WordPress Video Lightbox Plugin