Hacia un mundo bipolar
Autor: Constanza Valdivia Rossel|
Hace seis décadas, mientras la Unión Soviética sorprendía al mundo entero llevando al primer hombre al espacio, en la China de Mao morían millones de personas por inanición. Nikita Khrushchev desconocía el pacto de apoyo tecnológico llevado a cabo entre Stalin y Mao, con el cual el líder chino concretaría su más anhelado proyecto, «el gran salto adelante» con el fin de industrializar China. Éste es sólo un ejemplo de pactos, alianzas y traiciones entre estos dos gigantes. Hoy en día, Xi Jinping y Putin se encuentran en la misma coyuntura que tuvieron Stalin y Mao durante la década del 50: conformar un contrapeso a occidente con un modelo capitalista estatal y autocrático.
Rusia y China comparten más de 4.000 kilómetros de frontera. Los chinos frenaron la expansión rusa en el siglo XVII en Siberia fijando así la frontera entre ambos países con la firma del tratado de Nerchinsk (1689). Más adelante, ya en el siglo XIX, Rusia fue parte de las ocho potencias que forzaron a China a firmar los tratados desiguales, anexando parte de la Manchuria al imperio ruso, desencadenando la llamada «rebelión de los boxers» en China, que acabarían con la última dinastía china y, eventualmente, daría el paso a la China de Mao.
Al ocurrir la guerra civil china, fue la Unión Soviética de Stalin que proveyó de armas y ayuda económica a Mao, y lo que le permitió derrotar y expulsar al partido nacionalista chino (Kuomintang) hacia Taiwán. De esta forma, la URSS, luego de vencer en la segunda guerra mundial a los nazis, impuso el comunismo a millones de personas, incluyendo al país más poblado del mundo: China.
Pero hoy en día China no es el vecino pobre de antaño. China es la segunda potencia mundial, capaz de poner en tela de juicio la hegemonía estadounidense, con un eficaz liderazgo comercial y tecnológico y es la única capaz de ayudar a Rusia a sortear las sanciones impuestas por occidente. Ciertamente Putin había analizado de antemano los pro y contra de una intervención bélica en Ucrania y particularmente las sanciones económicas con las que occidente respondería. ¿Cuál sería el plan de contingencia para Putin entonces?
1.- El proyecto chino de la franja y la ruta es una respuesta. Uno de los seis corredores del proyecto, el enlace «China-Mongolia-Rusia» conecta el puerto de Tianjin con Rusia pasando por Mongolia a través del ferrocarril Transiberiano y presenta el menor tiempo de enlace China- Europa. En octubre del 2021, el presidente de Mongolia Ukhnaagiin Khurelsukh señaló en una entrevista con la agencia de noticias rusa TASS: «Creo que este es un proyecto crítico de importancia estratégica para Rusia, Mongolia y China a lo largo del tiempo. Por lo tanto, consideramos la mejora del ferrocarril, la construcción de los nuevos ramales, las vías paralelas, las autopistas y el gasoducto de Rusia a China son de suma importancia y se trabaja en ellos de manera proactiva. El camino más corto de Europa a Asia es a través de Mongolia. La ruta de transporte más corta entre Rusia y China es a través de las extensiones de Mongolia. Por lo tanto, vigilamos de cerca el desarrollo del potencial transitorio, logístico y digital de nuestro país”, agregó.
Asimismo, dos son los corredores de la iniciativa de la franja y la ruta que conectan China con Rusia vía Kazajstán. La ruta del norte atraviesa Rusia a lo largo de la ruta Transiberiana, y la del sur une China y Europa occidental a través de Kazajstán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania. Estos corredores de transporte no son solo para facilitar las exportaciones chinas, puesto que, para la mayoría de las economías de Asia Central, China ofrece el puerto más cercano. Asimismo, este corredor cuenta con un enlace de gasoductos y oleoductos para proveer de energía al gigante asiático.
2.- La criptomoneda china respaldada por su banco central y el sistema interbancario de pagos transfronterizo: China digitalizó su dinero a través de aplicaciones de pago con código QR: WeChat pay y Alipay. Mientras en occidente recién ha comenzado esta modalidad de pagos, los chinos ya la utilizaban desde el 2013. Pero no solo eso, el año pasado, China anunció el lanzamiento del yuan digital respaldado por el banco central chino (y que fue lanzado en las pasadas olimpiadas de invierno), junto con los bancos centrales de Hong Kong, Tailandia y los Emiratos Árabes Unidos. Todo indica que Rusia utilizaría esta u otra criptomoneda, para hacer frente a su expulsión del sistema interbancario de occidente SWIFT.
Esta guerra —ciertamente— no es una guerra entre Rusia y Ucrania, es una guerra entre el modelo democrático y el autócrata. China es el cerebro de este nuevo orden mundial, cerebro que maneja la cadena de suministro mundial y es el primer socio comercial de 120 países, y Rusia es el músculo de esta gobernanza para que EE. UU. diversifique sus fuerzas. Ya la pandemia demostró a occidente su dependencia de China en cuanto a insumos sanitarios y médicos, y esta vez, la actual contingencia deja en evidencia que la vieja Europa dependía de Rusia para su suministro energético.