Estudiantes de Diseño Industrial UTEM desarrollan soluciones inclusivas en comuna de Recoleta

Autor: web|
Productos de apoyo que buscan mejorar la calidad de vida de personas con grados de discapacidad o de adultos mayores desarrollan estudiantes de segundo año de la carrera en el Taller IV, guiados por la profesora Bárbara Wettling Carpio y el docente Gerardo Valenzuela Suanez.

Con el propósito de dar respuesta a necesidades reales en el ámbito de la rehabilitación física y la discapacidad, trece estudiantes de Diseño Industrial comenzaron en agosto de 2025 a diseñar y desarrollar ayudas técnicas en colaboración con el Programa de Acompañamiento Familiar (PAF) de la Municipalidad de Recoleta para vecinos de la comuna, en el marco del convenio que esta mantiene con nuestra universidad.

Se trata de estudiantes de segundo año del Taller IV de Diseño Industrial, guiados por los docentes Gerardo Valenzuela y Bárbara Wettling. Sobre esta primera experiencia de trabajo conjunto, el profesor Valenzuela destacó que “este es un comienzo muy significativo para nuestros estudiantes, ya que nos permitirá seguir mostrando nuevas iniciativas desde la universidad, en escenarios reales y con usuarios concretos”.

Agregó además que “el proyecto se enmarca en el compromiso social que forma parte de los sellos institucionales de la UTEM, reflejando la búsqueda constante de mejorar la calidad de vida de las personas desde el diseño industrial”.

Diseño y empatía para mejorar la vida cotidiana

Al cierre del Taller IV, a fines de octubre, las y los estudiantes presentaron trece prototipos funcionales ante autoridades municipales y del programa PAF. Los diseños fueron fabricados con tecnologías de impresión 3D en el LABDA (Laboratorio de Diseño Asistivo) y posteriormente evaluados por especialistas del municipio.

Entre los proyectos, está el de Andrés Plaza, quien diseñó un facilitador de alimentación impreso en 3D para personas con artritis, artrosis u otras limitaciones motrices. Fabricado con PLA (para dar rigidez y ligereza) y TPU (para ofrecer flexibilidad y confort), el dispositivo incluye una carcasa estructural, asideros ergonómicos adaptables y un soporte intercambiable para cubiertos.

“El prototipo permitió validar la ergonomía, el confort y la facilidad de uso, demostrando que Palmo favorece la autonomía y la inclusión en la acción cotidiana de alimentarse”, explicó Plaza, quien agregó que “esta experiencia me permitió comprender el impacto real que puede tener el diseño en la comunidad. Más allá de la función, el diseño tiene un valor social y puede mejorar vidas reales”.

Por su parte, Dania Sandoval desarrolló una extensión tipo palanca para manillas esféricas de puertas, pensada para personas con distrofia muscular. “Buscaba hacer más fácil abrir una puerta, reduciendo el esfuerzo necesario. Quise que fuera ergonómico, cómodo al tacto y seguro”, explicó. Sandoval destacó además que “fue una experiencia muy enriquecedora, porque nos permitió dar un propósito real a nuestro trabajo, conectar con personas concretas y desarrollar empatía, entendiendo el diseño desde una mirada más humana”.

En tanto, la estudiante Amaya Salazar diseñó un soporte y dispensador de toallitas desinfectantes, destacando que “fue una experiencia muy linda y formativa, porque nos permite presentarnos ante un público real y comprobar que nuestras ideas pueden tener un impacto fuera de la sala de clases”.

Desafíos y aprendizajes

El proceso de desarrollo representó un reto tanto para estudiantes como para docentes, ya que implicó aplicar conocimientos técnicos en contextos reales. “Esta experiencia permitió a las y los estudiantes externalizar lo aprendido, enfrentándose a problemáticas concretas con gran capacidad de análisis y sensibilidad social”, señaló Valenzuela.

Para Salazar, uno de los principales desafíos fue lograr un diseño que se adaptara a manos con poca fuerza, manteniendo la estabilidad y la comodidad. “Fue difícil equilibrar la forma y la función. Quería que fuera simple visualmente, pero eficiente mecánicamente”, comentó.

Finalmente, Valenzuela subrayó que las ayudas técnicas diseñadas por las y los estudiantes representan soluciones accesibles y de bajo costo, lo que resulta especialmente relevante para familias que no cuentan con los medios económicos necesarios para adquirir equipamientos especializados.

“El diseño puede y debe ser una herramienta de inclusión. Estos proyectos son un ejemplo concreto de cómo la formación universitaria puede aportar valor social y transformar realidades”, concluyó.

Deje un Comentario

WordPress Video Lightbox Plugin