Jorge Rodríguez Becerra, director de Postgrado UTEM: “Nuestros desafíos están en línea con lo que el país necesita de las universidades del Estado”

Autor: Daniela Arce|
Entre sus tareas destaca el aseguramiento de la calidad, avanzando en los procesos de acreditación a nivel de doctorados y magísteres. Asume el cargo desde el 3 de abril de 2023.

Con experiencia en gestión académica e investigación, el nuevo director de la Escuela de Postgrado UTEM, Jorge Rodríguez Becerra, asume su cargo convencido de que la universidad da los pasos adecuados hacia la complejización.

Rodríguez es profesor de Química y Ciencias Naturales y doctor en Química de la Universidad de Chile. Se ha desempeñado como secretario académico, en pre y postgrado, ha sido director del Doctorado en Educación —Acreditado en 2021— y director del Centro de Investigación en Educación UMCE 2022. También ha formado parte de instancias de Evaluación en la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) y como parte del equipo elaborador de los Estándares Pedagógicos y Disciplinarios para Carreras de Pedagogía en Química 2022, aprobados por el Consejo Nacional de Educación.

Asume el cargo desde el 3 de abril de 2023 y entre sus tareas destaca el aseguramiento de la calidad de Postgrado, avanzando en los procesos de acreditación a nivel de doctorados y magísteres.

¿Cuáles son sus expectativas al iniciar este nuevo cargo?

– Llego con un ánimo claro: para mí en Chile la UMCE es la universidad pedagógica y la UTEM es la tecnológica. Es como si tuviera que hacer una comparación con Estados Unidos, la UTEM debería convertirse en el MIT chileno (Instituto de Tecnología de Massachusetts, en español). Lo pensé así y me interesó. Había mirado índices de productividad y vi que la UTEM está tomando buenas decisiones, avanzando en los procesos de acreditación. Todo eso me dio la impresión de que esta universidad se encuentra en una etapa que está comenzando y necesita darle fuerte énfasis a sus postgrados. Sé que hay mucho que hacer, pero creo que cuando hay voluntad las cosas se logran. Eso me motivó a tomar la decisión y hacerme cargo de este desafío.

¿Y cuáles cree que han sido las competencias que le han permitido comenzar esta tarea?

– Tengo experiencia en gestión académica, desde el 2020 que he pasado por varios cargos administrativos, en muchos de esos me tocó levantar procesos, armar y organizar, y cuando ya dejaba procedimientos organizados, me pedían hacerme cargo de otras cosas. Por otra parte, siempre me he mantenido con estos cargos administrativos y haciendo investigación.

¿Cómo ha logrado conciliar ambas áreas?

– Ha sido ensayo y error, porque al inicio no fue fácil, sobre todo porque partí a los 27 o 28 años. Fue más entusiasmo que conciencia. Uno va entendiendo los procesos, los va optimizando y –entonces- se empieza a tener experiencia en ambas cosas, en investigación y gestión. Llegó un momento en el que pude manejar ambas cosas. Y eso se consigue creando grupos, liderándolos con mucho soporte tanto en el área de investigación y como en el ámbito del trabajo, lo que ha sido clave. Estar con personas capaces y motivarlas. Muchas veces pasa que si no identificas las capacidades que tiene tu equipo, difícilmente sabrás como potenciarlo.

También soy profesor de equipo de formación inicial, por lo que algo conozco de los procesos curriculares, he participado de ocho procesos de acreditación, en pre y posgrado, lo que tengo muy internalizado. He podido articular temas de investigación, de vicerrectoría académica y postgrado, además de enlazarlo con la parte más académica, curricular y de aseguramiento de la calidad, que son los pilares que han hecho que esté acá.

¿Cuál es su diagnóstico en torno a los postgrados en el país?

– A nivel nacional tenemos un tremendo desafío, sobre todo en los doctorados, porque debemos avanzar en fortalecer los programas vinculados con procesos de innovación y transferencia. Identificar el potencial de innovación a nivel de postgrados podría llevarnos a conectar con el mundo empresarial y con la creación de microempresas, nuevos desarrollos vinculados con las instituciones y creación de empresas tipo spin off. Ahí hay un fuerte potencial de lo que hacemos en Chile.

Tenemos un muy buen nivel de investigación con impacto internacional, pero estas deben tener una bajada donde existan programas de doctorado y de magíster académico y profesionalizante de muy bien nivel, con ese reconocimiento internacional vinculado a investigaciones y procesos. Ahí debemos pensar en que nosotros estamos generando conocimiento y formando capital humano avanzado para Chile, pero también porque tenemos un papel a nivel regional y mundial. Estamos frente a la mirada internacional, y entonces ¿cómo nos conectamos con ese mundo? Con el postgrado, que tiene esa llamada a la internacionalización.

¿Esa mirada internacional se está aplicando en Chile, a su juicio?

– Sí, pero falta más. Desde que entra la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) y comienza a exigir a las universidades estatales que nuestros programas de doctorados estén acreditados para poder funcionar -estableciendo niveles, donde uno de estos apunta a la internacionalización-, uno se pregunta, qué programas cumplen con eso y están llegando a ese nivel. Y la verdad es que tenemos estos programas.

Que se esté potenciando desde la política pública -a nivel del ministerio de Ciencia y Tecnología- la creación de centros de investigación, muestra que se quiere potenciar la investigación asociativa. Cuando la política pública se orienta hacia la generación de este tipo de instrumentos, uno dice que se está buscando asociatividad a nivel país, regional y mundial. Esa asociación debe ir articulada con la formación de capital humano avanzado. Va de la mano de programas de postgrado, magísteres y doctorados.

¿Y cree que se estén visibilizando estos avances?

– Este ultimo año o dos se está intentando hacer un fuerte énfasis en estos aspectos, porque si miramos diez años atrás encontraremos que no era tan así. Los fondos estaban puestos en investigación básica, que genera las primeras etapas para la investigación aplicada. Hoy en día aparecen instrumentos nuevos, como proyectos de exploración que implican mayor riesgo, porque están orientados en que la investigación explore cosas con o sin resultados a corto plazo. Y esa señal es que el Estado a través del ministerio de Ciencia y Tecnología está arriesgando un poco más, lo que es una buena señal. Además, se está haciendo mucho en articulación entre investigación, innovación y desarrollo.

¿Cómo ve el camino que se ha trazado la UTEM en cuanto a la complejización académica?

– Antes de plantearme venir a la UTEM, sabía de la universidad y lo que estaba haciendo. Cuando analizaba sus índices de productividad, noté que era una institución que estaba empezando a tomar las cosas seriamente en postgrados e investigación, subiendo sus índices considerablemente. La universidad asumió que debe complejizarse en ese aspecto. Se ha planteado desafíos a través del Plan de Desarrollo Institucional (PDI) que están en línea con lo que el país necesita de las universidades del Estado, siendo un proyecto muy interesante.

Los desafíos de la universidad van en línea con los desafíos que existen, los mismos dos doctorados de la UTEM son programas que están mirando hacia adelante y no hacía atrás, es decir, no hablamos de un doctorado en Química o en Biología, donde el nombre está puesto en un campo disciplinar, sino que estamos hablando de un doctorado en Ciencias de los Materiales, donde el nombre está pensando en una aplicación, y ahí hay un cambio conceptual importante. En ese sentido, son pequeños detalles que sí dicen algo. Muestran que el postgrado se está pensado hacia la aplicación e innovación, lo que realmente se necesita.

¿Le parece relevante y necesaria la articulación del pregrado a posgrado?

– En el fondo, es tremendamente importante y se ha hecho hace muchos años, en países de Estados Unidos y Europa, que articulan el pregrado con los programas de magíster y doctorado. Lo que sí, es que no podemos perdernos que cada programa debe tener su propia identidad. A lo que debiéramos apuntar a largo plazo es a la internacionalización de la institución, y eso implica el proceso completo. Si pensamos en nuestra sociedad, estamos en una globalizada, donde lo que sucedió con la pandemia abrió una gran cantidad de puertas con los procesos formativos, de programas abiertos a los online. Todo eso nos hace ver que en realidad debemos repensar los procesos de articulación interna entre los distintos niveles de graduación, entendiendo siempre que lo global lo impactamos desde lo local. Porque nos financiamos desde lo local, pero estamos insertos en un mundo global. En la medida en que entendamos eso podremos buscar financiamiento en otros países.

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